Suena el despertador y sólo me viene una cosa a la cabeza: ¿cuántas horas tardará el dolor en llegar? Suplico interiormente que al menos me deje vivir hasta mediodía. Pido demasiado y lo sé pero tengo que intentarlo porque algún día llegará. Obviamente me planteo muchas cuestiones tan sencillas como ésta. ¿Volveré algún día a poder sentarme sin la ayuda de una silla de apoyo para la pierna izquierda? La mayoría de mis cuestiones son bastante negativas pero como persona optimista que me considero no perderé ni un minuto más en vomitarlas. ¿Para qué si no hay respuestas de momento?
Me gusta levantarme pronto. Me hace sentir útil. Casi siempre tengo algo que hacer y procuro programarlo por la mañana y cuanto antes, mejor. Inconscientemente (y en parte muy conscientemente) busco un motivo por el cual levantarme. Es un buen mecanismo para no caer en la más absoluta depresión cuando cambias radicalmente de vida de la noche a la mañana.
En este año he tenido que cambiar mi lista de prioridades; de hecho ésta ha dado un vuelco. Lo que prácticamente no estaba ni entre las diez primeras del ranking, hoy son una prioridad. Y ahora levantarme para ir a andar o al gimnasio ya es un súper motivo. Que os voy a contar que no hayáis leído antes pero... el deporte tiene muchísimos beneficios. Me ha venido muy bien psíquicamente a pesar del dolor que me produce. Para mí se ha convertido en una vía de escape fantástica.
Un gran empuje me lo han dado también los libros. Leo todo lo que cae en mi mano sobre historias de superación. Las hay de muchos tipos y todas son realmente emocionantes. Lo que extraigo es que cuando la vida te da un golpe y da un giro de 180 grados hay que mentalizarse de que ya nada volverá a ser como antes. Nuevos condicionantes internos y externos harán que el día a día ya no sea igual. He abierto los ojos y me he dicho: ¿y qué? Ahora es cuestión de adaptarse a lo que ha venido. De nada vale rasgarse las vestiduras porque no puedo hacer una cosa o la otra; es momento de seguir con la sonrisa y afrontar las cosas tal y como vienen. Adaptarse o fracasar.
Me han marcado dos libros en estos meses: 'Levantarse y luchar' y 'Resiliencia, gestión del naufragio'. Éste último está plagado de historias sobrecogedoras. Os dejo la de Larry Bensadon: miedo, angustia, dolor y pánico pero termina saliendo el sol.